La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en la práctica legal ya no es una predicción, sino una realidad en evolución constante. Herramientas como ChatGPT, Gemini, Copilot, Claude, Casetext o DeepSeek están abriendo nuevas posibilidades para los estudios jurídicos, las asesorías in-house y todo el ecosistema legal. Lejos de tratarse de una moda pasajera, estas tecnologías están remodelando la manera en que se analiza la información jurídica, se gestionan los casos y se entrega valor a los clientes.

Un reciente estudio de Thomson Reuters, Future of Professionals, arroja resultados elocuentes: el 77% de los abogados consultados considera que la IA tendrá un impacto significativo en su trabajo en los próximos cinco años, y un 72% la percibe como una fuerza positiva para la profesión. Estos datos reflejan una industria que ya está transitando un cambio estructural, donde la tecnología es un aliado estratégico y no una amenaza.

Desde la perspectiva del cliente, los beneficios más relevantes se traducen en tres grandes áreas. En primer lugar, una mejora sustantiva en la eficiencia: la automatización de tareas repetitivas y de bajo valor —como revisiones de contratos estándar, búsqueda de jurisprudencia o sistematización de expedientes— podría liberar hasta 200 horas por abogado al año, reduciendo tiempos de respuesta y optimizando los costos de los servicios legales.

En segundo lugar, la IA favorece una toma de decisiones más informada, al facilitar el análisis de riesgos, tendencias jurisprudenciales y escenarios posibles. Esto promueve una relación más transparente entre el abogado y su cliente, que dispone de mejores insumos para decidir sobre el curso de acción a seguir.

Finalmente, el uso estratégico de estas herramientas permite diseñar soluciones jurídicas más personalizadas, adaptadas a las particularidades de cada caso, industria y contexto regulatorio. En Briones Sánchez Santelices, por ejemplo, ya estamos explorando formas en que la IA puede complementar nuestra oferta de asesoría en litigios complejos y prevención de riesgos legales.

Sin embargo, este escenario también plantea desafíos importantes. Las preocupaciones más comunes entre los profesionales del derecho incluyen la necesidad de supervisión humana (el 96% rechaza que la IA represente directamente a clientes en juicio), los riesgos en la calidad o precisión de los resultados (43%) y la protección de datos personales y sensibles (37%).

Frente a esto, el consenso es claro: la IA no reemplazará a los abogados, pero sí redefinirá sus roles. Esto implica desarrollar nuevas habilidades —como la adaptabilidad al cambio, la creatividad, la resolución estratégica de problemas y la comunicación efectiva— que permitan integrar la tecnología sin perder el juicio profesional que caracteriza al ejercicio jurídico de calidad.

En BSS Legal creemos que la clave no está solo en adoptar nuevas herramientas, sino en hacerlo desde una visión estratégica, que combine tecnología con ética, innovación con experiencia, y eficiencia con cercanía al cliente. En definitiva, una transformación centrada en lo humano.